En 1983 Howard Gadner divulgó su famosa teoría de las inteligencias
múltiples. Treinta años después la mayoría damos por hecho que el cociente
intelectual de una persona, es decir las habilidades cognitivas tradicionales,
no son el mejor predictor del rendimiento escolar y ajuste social de nuestros
hijos.
Las inteligencias intrapersonal e interprersonal surgen como factores a
tener en cuenta con un importante peso en el desarrollo del ser humano. Esta
nueva visión de la inteligencia enfoca, como posteriormente lo hará Goleman,
hacia estos factores el éxito, el ajuste social y hasta la propia felicidad y
satisfacción personal.
Estas dos inteligencias abarcan campos tan amplios como la propia vida y
diversidad del ser humano. A la hora de su enseñanza y su aprendizaje cuentan tanto las
experiencias tradicionales, como las que son fruto de enfoques innovadores actuales, principalemente los derivados de la investigación neurológica de las
emociones.
Con la actividad “Está bien” trabajamos lo que ya hace muchos años,
(incluso antes de la década de los 80) se ha llamado educación en valores. ¿Qué
es la educación en valores? Un amplio abanico de iniciativas de educación socio-emocional que comienzan
desde que dos personas se encuentran para enseñar y aprender. Pasan, sintetizando mucho el tema, por las
prácticas del catecismo, hasta los programas estructurados que funcionan
paralelos a la escuela hoy en día.
En este sentido nuestra actividad es educación en valores desde su faceta más simple: reflexionar de forma sencilla sobre la esencia misma del valor de nuestras acciones: conocer lo que está bien y lo que está mal. Claro, esto no es tan sencillo, depende de nuestra ética personal y del del sistema de valores que impere en nuestra cultura. Pero, ese es un tema amplio y complejo.
Los valores son la esencia, las raíces, (“a un niño hay que regalarle raíces y
alas”) de la educación que damos a nuestros hijos. Estamos educando en valores en todo
momento, desde el “no hagas…” hasta cuando colaboramos con el “banco de
alimentos”. No podemos desligarnos de la opción ética que tienen todas nuestras acciones y elecciones.
Con esta actividad reivindicamos nuestros valores, los ponemos “sobre la
mesa”, en este caso sobre el dibujo, y nos apoderamos fuertemente de ellos.
Valores profundos, que están en vuestros hijos, y de los que hay que hacer
bandera, independientemente de los vientos que corran. ¿Os acordáis de “defender
la alegría” de Mario Benedetti, pues lo mismo.
Si habéis leído el apartado anterior para padres, enlazamos con las
emociones adaptativas que nos
potencian nuestro desarrollo personal y nos conectan a nivel social. Estos valores lo que dejan en el fondo es un poso de alegría y bienestar.
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