Desde una edad temprana, nuestros corazones de niño y la perspectiva de los adultos a menudo parecen estar en mundos diferentes. Esta desconexión puede surgir de la forma en que percibimos la realidad y en la diferencia en prioridades entre padres e hijos.
Cuando somos niños, nos encanta divertirnos y explorar cosas nuevas. Nos gusta jugar, correr y disfrutar del momento. El juego se convierte en el eje de nuestra existencia; a través de él, aprendemos, socializamos y expresamos nuestra creatividad. Pero los adultos ven las cosas de manera diferente, suelen ver el mundo a través de un lente de responsabilidades y obligaciones. Para ellos actividades como ordenar la habitación, o hacer tareas, son cosas importantes para que los niños aprendan y crezcan bien.
A veces, esto puede ser un poco frustrante para todos. Los adultos no comprenden del todo que lo que más queremos es jugar y disfrutar. Por eso, a veces las instrucciones de los adultos pueden parecer un "rollo", porque nos hacen dejar de lado lo que realmente queremos hacer.
ACTIVIDAD
OPCIÓN 1º, 2º y 3º de PRIMARIA: Completa
los corazones con las cosas que te encantan y aquellas que haces por obligación
Otra dimensión de esta desconexión es la dificultad que
tenemos para distinguir entre lo que realmente necesitamos y cuáles son sólo
cosas que queremos.
No siempre lo entendemos que lo que deseamos no es tan importante para nuestra felicidad. Además, hay mucha publicidad que nos dice que debemos tener más cosas, lo que hace que sea aún más difícil saber la diferencia entre lo que necesitamos y lo que solo queremos.
Cuando crecemos, es muy importante aprender a distinguir
entre deseos y necesidades. Esto nos ayuda a ser más maduros y a pensar mejor
sobre lo que compramos y usamos en nuestra vida diaria.
¿Qué
deseas? |
¿Qué
necesitas? |
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Fomentar el diálogo entre
generaciones puede ser un camino hacia la empatía. Si los adultos explican el
porqué de sus expectativas, y si los niños expresan sus sentimientos y deseos,
se puede construir un puente que facilite la comunicación y la comprensión
mutua.
En resumen, la relación entre los
corazones de los niños y los adultos es un espacio complejo, lleno de
oportunidades para aprender y crecer juntos. Al abordar estas diferencias con
paciencia y empatía, podemos ayudar a construir un entendimiento más profundo y
enriquecedor entre ambas partes.