LEO.- ¡Que bien huele!

JAKE.- Chispa está haciendo magdalenas.

TECLA.- Parece que estuviera ahora mismo en la casa de mi abuela. Veo a mi yaya en la cocina, el calorcito en mis manos del trozo de bizcocho recién hecho. ¡Qué rico!¡Qué dulce! Ummm…

LEO.- Tecla, Tecla, ¡aterriza!

PI.- Es el efecto llamado: la magdalena de Proust. Una percepción (especialmente el olor) evoca un recuerdo o reminiscencia. Puede ser un objeto, gesto, imagen u otro elemento del día a día que transporta a la persona a un recuerdo que creía olvidado.

LEO.- ¡Es como si fuera un viaje en el tiempo!

TECLA.- Es exactamente lo que me acaba de pasar cuando he entrado en casa, un viaje en el tiempo.

FELI.- Nuestra memoria emocional nos hace recordar, e incluso revivir, cómo se activó nuestro cuerpo, y las emociones que sentimos en ese momento.

LEO.- ¡Otro ejemplo del poder y LA MAGIA DE LAS EMOCIONES!

El nombre la magdalena de Proust o también fenómeno de Proust o efecto proustiano proviene del recuerdo que provoca al protagonista de Por el camino de Swann el sabor de una magdalena recién hecha mojada en té. Esta obra fue escrita por Marcel Proust en 1913.

Se caracteriza por ser un fenómeno involuntario y está relacionado sobre todo con la memoria olfativa. Se cree que esta relación entre olfato y memoria se debe a que las emociones y el procesamiento de los olores se encuentran en la misma zona del cerebro, el interior del sistema límbico.

El motivo por el cual el olfato es el sentido que más nos provoca este efecto es que en el pasado teníamos que recordar bien los sitios donde recolectar, qué alimentos podíamos consumir o cuáles no, etc. Para ello, los sentidos se agudizaron y establecieron conexiones con el hipocampo, que es la parte del cerebro donde se almacenan los recuerdos a largo plazo.

La expresión «magdalena de Proust» ha pasado de ser un recurso literario a usarse en otros campos, como el marketing o la neurología.